En diciembre del 2009, todo cambió en Cuernavaca, de ser una ciudad apacible, se convirtió en una zona de guerra, muchos de los reporteros habituados a cubrir notas sociales, políticas o religiosas, se enfrentaron a dar cobertura a escenas de violencia insólita, entre ellos un joven de apenas 20 años de edad Uriel Gómez.
El oficio del reportero tiene su pilar fundamental en dar un testimonio en los sitios en los que nadie quiere estar, por ello equipado con una cámara y una motocicleta, Uriel se distinguió por ser de los primeros en llegar a la escena del crimen, en muchos casos antes que las autoridades, quienes en ese entonces, tenían como protocolo llegar 30 minutos después de que se reportaba un hecho de violencia.
Uriel no acudió a una universidad para ser fotógrafo o reportero, repartía periódico en el Diario de Morelos y, al abrirse la oportunidad para tomar fotos, no lo dudo y fue a los sitios en donde nadie más quería estar, para dar testimonio de lo que sucedía en Morelos.
En ese entonces, mucho de los más experimentados fotoperiodistas salieron a cubrir hechos de violencia y él aprendió en la mejor universidad, con los mejores maestros, ahí tomó con pasión este oficio que, a veces, se convierte en un vicio por la primicia, por la mejor foto, por la mejor información, él se convirtió en el Extra1.
Lamentablemente, el pasado domingo falleció en el Paso Exprés, las autoridades aun no han esclarecido la forma en la que perdió la vida, y quienes conocíamos su destreza al manejar la motocicleta aún no podemos entender las condiciones en que perdió la vida, pero exigiremos que la investigación llegue hasta sus últimas consecuencias.
Uriel siempre fue solidario, sabedor que las coberturas de alto riesgo eran como caminar en la cuerda floja, siempre advertía de las amenazas. Hoy ruego porque su familia alcance un pronto consuelo y que el camino de regreso a casa se ilumine con todas las buenas acciones que realizó mientras cubría la nota roja.