El pasado viernes, trabajadores del Sistema de Agua Potable de Cuernavaca, conocido por sus siglas como SAPAC, fueron detenidos en un filtro de alcoholímetro, manejaban una unidad oficial que utilizaron para irse de parranda. El ayuntamiento anunció ese mismo día que serían separados del cargo en una conferencia de prensa.
Ante los medios de comunicación, el dirigente del sindicato del SAPAC, Roberto Castrejón, exregidor y líder CTM, otrora brazo obrero del PRI, irrumpió para defender lo indefendible: intentar poner a sus agremiados ebrios como las víctimas, cuando en realidad esa acción reflejaba una de las tantas caras turbias de cómo se maneja el SAPAC en sus entrañas.
El dirigente de la CTM, Roberto Castrejón, ha sido señalado por sus propios agremiados de colocar a familiares en la nómina de ese organismo y amagar en cada oportunidad al ayuntamiento con bonos especiales que no son entregados a los trabajadores y que van directamente a los bolsillos de él y otros líderes que han hecho del Sistema de Agua Potable su cajero automático.
Así no hay presupuesto que alcance, nunca podrá solucionarse el desabasto del agua y lo más grave es que en los negocios turbios al interior del SAPAC, participan no solo las autoridades sino hasta los trabajadores cuyo sindicato lejos de promover la ética, les pone como ejemplo la corrupción.
Algo similar se vivió en Cuernavaca con la extinta Luz y Fuerza del Centro, donde lo que sobraban era aviadores y métodos corruptos que afectaban directamente a los ciudadanos, es momento para que las autoridades estatales reflexionen sobre los sistemas de agua locales y cómo se administran y el Congreso ponga reglas claras para transparentar el dinero que ahí se recauda, pero lo más importante garantizar a todos los ciudadanos el abasto del agua.
Por último y no menos importante, el pasado 12 de abril tres trabajadores del Instituto Nacional de Salud Pública fueron secuestrados y asesinados en Tres Marías, sus cuerpos aparecieron en un paraje entre la comunidad de Fierro del Toro y el basurero de esa comunidad, la Fiscalía desde el primer momento fue rebasada por los amigos y familiares, fueron ellos quienes investigaron y localizaron los cadáveres a través de la ubicación de los celulares.
La pereza burocrática reaccionó varios días después, cuando detuvieron a una de cinco personas que participaron en ese crimen, donde los tres trabajadores fueron asesinados con brutalidad... no fue un simple robo ni se trata de un acto ilícito aislado, en Huitzilac la policía está coludida, los grupos delictivos gobiernan, lo más grave es que no lo hacen sólo por el interés económico, son grupos de criminales psicóticos que matan por placer, porque son impunes.
Señor Fiscal, no se equivoque, no minimice, la sociedad desde hace años padece la impunidad que se brinda a estos grupos delictivos, quienes tienen contactos en la Fiscalía que usted dirige.