La semana pasada, el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, puso sobre la mesa el nombre del exgobernador Graco Ramírez, al establecer con claridad que el gobernador Cuauhtémoc Blanco ha sido mejor gobernador que su paisano Graco. Muchos no estuvieron de acuerdo con esa declaración, lo que nadie puede desmentir es que Graco y sus seguidores nunca dejaron de controlar instituciones en Morelos, con el único objetivo de proteger sus intereses y ponerle el pie a Cuauhtémoc.
Quien tal vez no sea el mejor gobernador, pero sin duda, ha sido el más acorralado por un exgobernador que no ha dejado de ejercer presión para regresar al poder, no por amor a Morelos, como suelen decir los políticos, sino porque hay 65 denuncias en su contra que la Fiscalia Anticorrupción tiene congeladas.
El exgobernador pese a haber sido rechazado en las urnas, cuando pretendía heredarle el cargo a su hijastro, Rodrigo Gayosso, controla desde las penumbras de la política a la Fiscalía de Morelos, la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, algunos magistrados y el Congreso de Morelos; desde esas instituciones se ha vuelto intocable e impulsa un proyecto para proteger a la "Mafia del Poder", la cual se ha enquistado en municipios como Yautepec y Yecapixtla.
La tensión entre ambos bandos ha ido creciendo y se espera que se agudice, después del 6 de septiembre, cuando Morena defina a su candidata o candidato a la Presidencia de la República y comience el proceso interno en 9 estados que irán a las urnas para definir a su gobernador.
La lucha por el poder en Morelos ha comenzado y el presidente puso al descubierto que Graco está muy activo y opera detrás del fiscal Uriel Carmona, para incidir en la política... nunca se fue y ahora cubierto de un manto de impunidad regresa para apoyar abiertamente a Xóchitl Gálvez, con quien se reunió en Cuernavaca en su pasado gira por la entidad.
