Hace un par de meses, Samuel Cornell, investigador en la Universidad de Sydney, publicó un estudio titulado "Incidentes relacionados con selfies: revisión narrativa y análisis de contenido mediático", en el cual argumenta que los accidentes provocados por querer tomarse una selfie digna de presumir en redes sociales han escalado a un nivel preocupante.
En los últimos 13 años, han fallecido 379 personas debido a un intento fallido de selfie, mientras que en el mismo lapso han fallecido 90 personas a causa del ataque de un tiburón; es decir, estadísticamente hablando, una selfie resulta más peligrosa que un escualo.
Recordemos que, hace tan solo un par de días, una mujer de 25 años falleció en el municipio de Nopala de Villagrán, en Hidalgo, al intentar fotografiarse frente a la histórica locomotora Empress 2816, que viajó miles de kilómetros para llegar a México. De igual manera, el empresario chino Jia Lijun falleció a finales del año pasado al posar a un lado de una morsa, un mamífero que, en promedio, pesa más de tonelada y media, y terminó siendo arrastrado a las profundidades de su estanque.
En Pamplona, España, en el marco de las Fiestas de San Fermín (aquella famosa carrera española en la que, si no ganas, un toro te embiste), David González López pereció frente a una manada de toros embravecidos, con su teléfono en mano, a punto de fotografiar el momento. De acuerdo a testigos, dos toros lo derribaron, y uno tercero le perforó el cuello, matándolo al instante. "Parecía un títere volando por los cielos", aseguraron.
En la India, Ramandeep Singh posaba mafiosamente con pistola en mano, apuntando a su cabeza, cuando accionó el gatillo, en vez de pulsar el botón que tomaría el retrato. Los "fallecimientos por selfie" son tan elevados en el país asiático que inclusive el primer ministro, Narendra Modi, los declaró un problema de índole nacional, con fatalidades récord en 2015.
Incontables son los casos que han surgido en los últimos años, desde influencers colgándose en estructuras altísimas hasta turistas tropezándose en las escaleras del Taj Mahal; sin embargo, la constante siempre es el deseo de contar con una foto de perfil inolvidable. El desarrollo tecnológico, dejando de lado los graves problemas de ansiedad y depresión en las generaciones más jóvenes asociados a redes sociales, ha contribuido a la mortandad de forma impredecible, pues se nos olvidó que el ser humano es culturalmente vanidoso y egocéntrico.
