Quizás el nombre de Norma Lizbeth no les diga nada, pero si les decimos que es la niña de catorce años que falleció a causa de los golpes que recibió a manos de una compañera, afuera de una escuela secundaria en San Juan Teotihuacán, Estado de México, y que se hizo viral porque sus compañeros grabaron la pelea con sus teléfonos celulares, entonces, seguramente se acordarán.
Tras veinte días, la adolescente dejó de existir y su agresora, de nombre Azahara, fue detenida en su domicilio en cumplimiento de una orden de aprehensión girada por un Juez de Control del Poder Judicial.
Hay varios puntos que podemos destacar de este lamentable acontecimiento:
El primero es que el hecho no hubiese trascendido de no ser porque quedó registrado en un video, y que se hizo viral. Punto para las redes sociales.
El segundo es que las vidas de dos niñas se acabaron: la de Norma Lizbeth porque falleció, y la de Azahara porque nunca va a poder superar el trauma y la estigmatización de ser una asesina a sus catorce años.
El caso debe dejarnos a todos una lección para que no se repita y que cada uno asuma su responsabilidad:
Por principio de cuentas, las autoridades escolares son las principales culpables pues no tomaron las precauciones debidas. Hay testimonios de que Norma era víctima de bullying desde mucho antes y que aceptó el reto de enfrentarse a golpes con su victimaria para terminar de una vez por todas con ese abuso.
Es una llamada de atención para las autoridades escolares de todo el país, incluyendo Morelos, donde ya se han tenido casos de bullying.
Pero también es una llamada de atención para los padres de familia. Es evidente que tanto en el caso de Norma como de Azahara, sus respectivas madres (porque al parecer ambas carecen de la figura paterna) intervinieron hasta que el daño estaba hecho.
Mucho cuidado madres y padres que nos ven o escuchan a través de este medio de comunicación: podría ser que su hijo o hija esté siendo víctima de bullying o bien que le esté haciendo bullying a sus compañeros, lo que es igual de grave.
Igual de grave es que nuestros hijos sean como esos que gritaban durante la pelea sugiriendo pegarle en la cara como si se tratara de un espectáculo del Coliseo romano.
Busque el video de Norma Lizbeth y pregúntese usted mismo cuál es el papel que está desempeñando en ese espectáculo: ¿Es la madre o padre ausente? ¿Es la maestra o directora distraída? ¿Es el espectador divertido que disfruta ver sangre? ¿Es la Policía que nunca llegó?
Si todos los actores antes mencionados hubiesen cumplido con su responsabilidad, hoy Norma Lizbeth estaría viva. Entonces, si no podemos devolverle la vida, hagamos todo lo que esté en nuestras manos (cada quien dentro de su ámbito) para asegurarnos de que nunca más vuelva a ocurrir algo igual.
