Muy pronto se apagó la expectativa de las Barbie Fans, quienes esperaban ver una película más del tipo de la muñeca que por 60 años ha dominado el mercado y se ha convertido en el icono de los juguetes para niñas.
Algunos rostros de decepción, pocas risas y niños más bien aburridos por no entender la trama, es lo que se ha visto en las salas de cine.
Mattel, por cierto, intenta abrir el debate con un mundo irreal de Barbie, que a decir de esta empresa juguetera, les ha permitido a las mujeres lidiar con el Estado Patriarcal, y pone al muñeco Ken como un insignificante objeto decorativo de un mundo que se mueve solamente por las mujeres.
Barbie es acusada por las nuevas generaciones de frenar el feminismo por más de 50 años, crear un esterotipo de mujer que no acepta otro tipo de belleza más que la de piel blanca, cabello rubio, medidas perfectas y ojos azules. Racista por muchos años, clasista y sumamente inclinada al consumo para poder tener un entorno perfecto. Eso es Barbieland.
En la realidad muy poco aporta la muñeca, cuando las mujeres tienen que lidiar con un entorno de violencia que pone a Morelos en el primer lugar de feminicidio, en fenómenos apenas visualizados como la violencia vicaria, donde los hombres causan daños a los hijos para lastimar a las madres, esos escenarios no son posibles en el mundo irreal de Barbie, donde no hay niños y Midge, la amiga embarazada de Barbie, es un juguete descontinuado.
Barbie no reconoce a las lesbianas, pero en su mundo sin genitales no ayuda a los menores a entender los espacios oscuros de la sociedad, esos, donde niñas de cualquier tipo, condición social o religiosa, son víctimas de abusos.
Barbie se pregunta si algún día morirá y parece que las nuevas generaciones, efectivamente, están matando el sueño de la mercadotecnia clásica, de una muñeca que propone que una cara bonita, un auto y una casa perfecta son lo necesario para alcanzar la felicidad.